Adiaratou Iglesias, la atleta que huyó de Malí es oro en los 100 metros
La necesidad la empujó siempre hacia adelante. Hoy todo es diferente. Adiaratou Iglesias nacida en Bamako, Malí, (6 de febrero de 1999), pero nacionalizada en España ganó la medalla de oro en los 100 metros lisos T13 en Tokio este 30 de agosto de 2021.
La atleta española fue la más rápida en recorrer los cien metros T13 y se ha colgado el oro con un tiempo de 11.96, por delante de la azerbaiyana Lamiya Valiyeva y la estadounidense Kym Crosby.
Adiaratou Iglesias o Adi, la gallega suma más medallas para españa
Gracias a esta medalla, España cierra la jornada del martes con 26 -27 contando el que se asegura para mañana en tenis de mesa- y la particularidad de que todos los oros del día han sido firmados por debutantes: Sergio Garrote, Marta Fernández y ahora, Adi.
«Estoy supercontenta, aún no me lo creo. Por la mañana era un poco complicado y sabía que no había dado mi cien por cien. ¿Por qué no darlo todo en la final? Todos eran buenos, pero yo también podía», confesó la corredora lque admitió: «No sabía que había ganado. Sabía que había alguien a mi lado, que más o menos íbamos juntos, pero no sabía si había alguien a mi derecha.»
La Copa del Mundo de Dubái en 2019 fue su despegue. Adi consiguió dos platas en los 100 y 200 metros T12 y presentó su candidatura a reina de la velocidad. Hoy se ha llevado su corona.
Un triunfo que va más allá del deporte porque su vida ha estado llena de obstáculos. Nació en Bamako y allí su albinismo la puso directamente en el punto de mira.
La cultura y la superstición de su país relacionan el albinismo con la mala suerte, algo que acaba cortando uno de los miembros de quienes lo padecen.
Eso funciona como un amuleto. Por precaución, Adi no salió de su barrio y su familia tomó la decisión de enviarla a España, donde vivía uno de sus hermanos. Otra vida se desplegaba ante ella, pero no necesariamente la que la niña de once años imaginaba. Las cosas no le fueron bien a la riojana y acabó en un centro de menores.
A los catorce años conoció a su madre adoptiva, Lina Iglesias, que se enamoró de Adi, al que define como un ser de luz. Este entrenador gallego la hizo desplegar sus alas y volar. Buscó un club en Lugo para practicar atletismo y demostró un talento innato.
Con una facilidad pasmosa emulaba a aquellos atletas que veía, de forma borrosa, en la televisión cuando era apenas una niña en su Mali natal. Su proceso deportivo iba acompañado de otro personal. Ganó carreras, pero también autoestima.
Al principio no quería mostrar su cuerpo, sentía vergüenza, inseguridad, etcétera. Sin embargo, su confianza creció cuando voló en la pista, también ante otros atletas sin discapacidad.
Ahora se siente libre y poderosa, corre como el viento, sin miedo y con una medalla de oro.
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